San Lúcar de Barrameda
En Sanlúcar hay un río que se convierte en mar, y una mar que se convierte en río…
Allí, donde se iniciaron durante siglos miles de aventuras. Ahí en donde embarcaron las más intrépidas gestas… Desde aquí se descubría el mundo, se le daba la vuelta, se encontraron culturas…
Desde aquí, al paso de la Carrera de Indias, del comercio mundial, de la aventura y de la esperanza marinera, se hizo grande España.
Pero hoy, relegadas al olvido, mudo y temeroso de quizás haber sido malos por ser grandes… la bocana del Guadalquivir guarda sus historias en silencio…
Ahora, cuando en ello pienso, veo galeones fantasmas surcar los aires por el curso del río. Lo hacen flotando en el espacio etéreo del tiempo ya perdido…
De América vienen, a Sevilla van…
De Sanlúcar, otros parten, para hacerse a la mar.
Una de las mayores hazañas de la Humanidad con Sanlúcar como testigo.
El 20 de septiembre de 1519 cinco naves; la Trinidad, la San Antonio, la Concepción, la Victoria y la Santiago parten de Sanlúcar de Barrameda al mando del portugués naturalizado español, Hernando de Magallanes. 247 hombres de 10 países distintos, en busca de la ruta de las especias.
Tres años después tras la más épica navegación de la historia humana y comandados por Juan Sebastián Elcano, regresan a Sanlúcar 18 supervivientes a bordo de la Victoria. Era el 6 de Septiembre de 1522
«… y este camino que hizo esta nao fue la mayor y más nueva cosa que desde que Dios crió el primer hombre se vio.» (Antonio de Herrera, Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano. 1601).
En el maravilloso mapa creado por Battista Agnese y custodiado en la Biblioteca Nacional de España, se observa la ruta que hicieron aquellos gigantes de la Historia mundial. Para un detallado conocimiento de aquella brutal singladura recomendamos encarecidamente la visita a esta página:
https://www.rutaelcano.com/la-primera-vuelta-al-mundo
El primer embajador japonés a Europa
Hasekura Tsunenaga (支倉六右衛門常長)
El samurái Hasekura Tsunenaga, fue el primer embajador enviado por el Japón a Europa. Tras hacer escala en el virreinato de la Nueva España, su embajada llegó a Sanlúcar el 5 de octubre de 1614. Causando gran revuelo en la ciudad ante lo exótico de la expedición. Permanecieron 16 días en la ciudad sanluqueña donde llamó poderosamente, la atención su forma de comer, pues no tocaban la comida con las manos sino con pequeños palos.
La expedición llegó a Sevilla y de allí se desplazó a Madrid para entrevistarse con Felipe III. De allí marchó a Roma a entrevistarse con el Papa Paulo V. Cuando regresó a España y de regreso a Sanlúcar, varios de los japoneses de la expedición se quedaron Sevilla, Coria del Río y Espartinas para siempre, dando origen muy probablemente, al apellido “Japón”.
La embajada japonesa marchó de Sanlúcar el 9 de julio de 1617 en la flota de Nueva España al mando del general Juan de Salas y Valdés.


San Francisco el Viejo
Territorio americano en Sanlúcar de Barrameda
En el siglo XVI, el proceso de evangelización de las inabarcables Indias provocó un alud de solicitudes de religiosos que querían ir de misioneros a las nuevas tierras.
Para entonces, Sanlúcar ya era una auténtica ciudad convento, donde miles de religiosos se agolpaban en espera de la salida de las flotas, pero hasta que podían embarcarse pasaban meses, a veces más de un año y lógicamente había que mantener a toda esa gente improductiva.
Entre los conventos, los patronazgos, las limosnas y la caridad, a duras penas se conseguía albergar y mantener a tanto religioso junto. Hasta el punto de que la Orden Franciscana de Andalucía tomó una decisión sin precedentes: Segregar el convento y sus terrenos de la orden en Andalucía y que pasara a depender directamente de la Provincia franciscana de las Indias. Así, el convento de San Francisco el Viejo sería legalmente tierra americana, sería una propiedad de la orden en indias y gestionado por la orden en Indias.
Más info en la web de nuestros amigos http://www.fundacionpuertadeamerica.org/
La Barra de Sanlúcar, tumba de mareantes.
Se puede decir que la Barra, es una especie de arrecife en la desembocadura del Guadalquivir, donde se quedan los sedimentos y lodos arrastrados por el río, complicando su navegación y haciendo que para pasarla, se necesitase un piloto práctico del río conocido como piloto de la Barra. Los pilotos de las naves tenían que hacer tres cambios de rumbo “en S” a través del estrecho canal practicable para sortear la Barra por lo que solo podía hacerse, con buenas condiciones meteorológicas, con viento favorable y aprovechando la pleamar.
La solución de aguardar a la pleamar para tener más profundidad tampoco era muy conveniente, ya que las exhaustas flotas que llegaban de Indias corrían el riesgo de ser asaltadas por corsarios o sufrir tempestades.
Entre 1503 y 1650, naufragaron el 9 % de los buques entre el río y la barra.
Con todo, el canal seguía teniendo poco calado para los galeones, que eran cada vez mayores, pasando de las 500 ó 600 toneladas a las 900, lo que al final determinó el paso de la Casa de la Contratación de Sevilla a Cádiz.
*En la imagen una parte de un cuadro anónimo del siglo XVIII donde se ve la Barra.
Luego un poco más adentro
Sale a todos al encuentro
Siempre esa barra ingrata
Que tantas barras de plata
Le ha tirado al hondo centro
Fray Pedro Beltrán Siglo XVII
¿Quiénes eran los lemanes de Sanlúcar?
Los pilotos prácticos del río, pilotos de la Barra o lemanes de Sanlúcar, eran quienes mejor conocían el río. Sabían, los sitios con barcos hundidos las corrientes, las mareas, y otros “caprichos del Guadalquivir. Eran quienes se embarcaban en las naves de la Carrera de Indias para que estas pudiesen sortear tan terrible obstáculo.
Eran pocos y cobraban lo que ellos demandaban así en 1514 fueron requeridos para practicar las bajadas de las naves de la Gran Armada de Castilla del Oro al mando de Pedrarias Dávila. Se tiene documentado que a Juan López y Diego López se les pagaron 1000 maravedies por la bajada de dos buques, mientras que Antonio López, Antonio Mateos, y Juan de Morón cobraron cada uno 750 maravedíes
Unos meses más tarde, Juan de Morón cobró por llevar dos carabelas emplomadas de la misma flota hasta Sanlúcar 205 maravedíes por cada una de ella, suponiéndose que el lemán efectuaba el practicaje desde el primer buque que servía de guía al otro. Los datos están extraídos del libro Sevilla y las Flotas de Indias, la Gran Armada de Castilla del Oro, de María del Carmen Mena García. La imagen es un dibujo de Samuel de Champlain, fundador de la ciudad de Quebec en Canadá, quien estuvo en Sanlúcar en 1599 como miembro de una flota a la Nueva España.