La Escuela de Salamanca
Pintura de Martín de Cervera, 1614: Lección de teología en la universidad de Salamanca; Biblioteca Universidad Salamanca.
La Escuela de Salamanca fue un movimiento de pensadores de esta universidad que, en el siglo XVI y siguiendo la labor de Francisco de Vitoria, ejercieron una influencia determinante en los territorios de la monarquía hispánica y en el resto de occidente.
La Escuela de Salamanca sustentó intelectualmente al imperio español, basándose en campos tan diversos como la teología, la filosofía, la economía, la astronomía, la ética o la moral.
Sus integrantes, compartían una visión humanista del mundo, centrada en la dignidad del individuo, sin importar su raza o clase social. Establecieron que todo hombre tiene un derecho natural, lo que derivó en el nacimiento de los derechos humanos y en el derecho internacional, con el vivo ejemplo de las Leyes de Indias, responsables entre otras cosas, de una de las mayores características y logros del imperio español: El mestizaje.
Crearon las primeras leyes económicas, con avanzadas ideas sobre la ética en los negocios. Sus matemáticos y astrónomos fijaron las bases de nuestro actual calendario Gregoriano.
Principales representantes de esta irrepetible etapa de la historia del pensamiento fueron:
Francisco de Vitoria. Dominico: Cabeza de esta escuela pensamiento humanista y padre del derecho internacional.
Francisco Suárez. Jesuita: Teólogo filósofo y jurista.
Martín de Azpilicueta. Agustino: Uno de los fundadores de la economía moderna y la teoría monetaria.
Domingo de Soto. Dominico: físico, matemático, teólogo, filósofo… todo un humanista.
Luis de Alcalá. Franciscano: Uno de los más importantes economistas de su tiempo.
Diego de Covarrubias. Jurista, teólogo, historiador, filólogo, economista
Fray Luis de León. Teólogo, poeta y astrónomo.
Juan de Mariana. Jesuita: Teólogo e historiador.
La Controversia de Valladolid
Tuvo lugar en el Colegio de San Gregorio de Valladolid entre 1550 y 1551.
Por primera y última vez en la historia humana, una conquista y las exploraciones que la acompañan son detenidas por el entonces hombre más poderoso de la tierra, el emperador Carlos V, hasta que una junta de teólogos dirimiese si esto se ajustaba a derecho o no. Fue un tenso e intenso debate entre Juan Ginés de Sepúlveda, que defendía la tradicional e histórica teoría aristotélica de la superioridad de los vencedores sobre los vencidos y Bartolomé de las Casas, defensor de los indios.
Junto a fray Bartolomé, participaron varios discípulos de Francisco de Vitoria, como Domingo de Soto y Melchor Cano.
El objetivo de la junta de Valladolid era ofrecer una base teológica y jurídica, que indicase cómo se debía proceder en adelante en los asuntos de las Indias.
No hubo una resolución final, pero supuso un gran avance para los indios, frenándose abusos contra ellos, creándose la figura de Protector de Indios (una especie de “protector del pueblo” en pleno siglo XVI) y sentándose las bases para futuros avances, que fueron cristalizando en las diferentes Leyes de Indias que la Corona fue implementando.
Las Leyes de Indias
Fueron una serie de normas promulgadas por la corona española en diferentes etapas, para regular la vida, el gobierno y la administración de sus territorios ultramarinos.
Incluían avanzadas disposiciones sobre la organización del gobierno de los diferentes reinos de Indias, los derechos y deberes de sus habitantes y aspectos relacionados con la economía, la justicia, el establecimiento de ciudades y la evangelización.
Representaron un avance jurídico por parte de España sin parangón en la historia, que establecía un marco legal para proteger a los indios en base al derecho y el régimen de cristiandad.
Las fechas que marcan estos hitos jurídicos de la historia mundial son:
1493: Primera disposición real en Barcelona. Tras el regreso de Colón, se le ordena liberar a los indios que traía y en adelante, tratar bien a los indígenas.
1494: Tras el tratado de Tordesillas, se prohíbe expresamente el transporte de esclavos desde África por parte de los españoles.
1504: Codicilio de Isabel I de Castilla: Ordena que los indios sean bien tratados y se reafirma en la prohibición de esclavizarlos.
1512: «Leyes de Burgos» encargadas en dicha ciudad por Fernando el Católico a una junta de teólogos y juristas, tras conocer el maltrato que por parte de algunos españoles se daba a los indios.
1542: «Leyes nuevamente hechas para el buen tratamiento y conservación de los indios» promulgadas por Carlos V en Barcelona.
1573: «Ordenanzas de descubrimientos, nueva población y pacificación de las Indias» escritas por mandato de Felipe II en la Casa del Bosque o Palacio de Valsaín (Segovia).
1680: «Recopilación de las Leyes de los reinos de Yndias». Por Carlos II.
Lamentablemente, muchos no obedecieron las leyes (como hoy en día, tantos dirigentes corruptos). Muchos españoles maltrataron y esclavizaron a los indios y desde luego se llevaron esclavos africanos a Indias, principalmente a Cuba y La Española. Alexander Von Humboldt, que viajó profusamente por el continente americano, indicó que en las regiones de EE.UU que visitó, los esclavos llegaban al 70%. En Cuba, donde más esclavos había, era del 20% y en el interior de la Nueva España era del 0,2%.
Nuestra señora de Guadalupe
La Virgen de Guadalupe es un icono sagrado primordial en la cultura, identidad nacional y religiosidad de México, pero su devoción ha trascendido, tanto a los siglos, como a las fronteras de México, siendo hoy una figura venerada en toda Hispanoamérica y un símbolo de la cultura y religiosidad hispana que tiene su reflejo en la virgen de Guadalupe en Cáceres, España.
Su culto se remonta a 1531. Según el códice Nican Mopohua, escrito en náhuatl (y de tal importancia que es llamado «la Biblia de las Américas») la Virgen se apareció al indio Juan Diego en el cerro Tepeyac, en la actual Ciudad de México. Juan Diego escuchó una voz y vio a una doncella de pie, cuyas vestiduras resplandecían como el sol, que se presentó como la Virgen María. Su imagen quedó milagrosamente impresa en el manto de Juan Diego. Ella le pidió que fuera al palacio del obispo de México, para que levantase allí un templo en su honor.
Allí se hizo, así se hizo, allí sigue y hasta allí peregrinan millones de fieles al año, en busca de esperanza, amparo, consuelo o en agradecimiento de gracias concedidas.
Nuestra Señora de Guadalupe se convirtió en el símbolo de la evangelización y de la conquista espiritual de las Indias, uniendo las creencias precolombinas con la nueva religión llevada por los castellanos: el catolicismo. Es, por tanto, un verdadero puente entre culturas, representado la mezcla y hermandad de lo indio y lo español, simbolizando el milagro del mestizaje que, de entre todos los países conquistadores europeos, solo se dio en las tierras a las que llegó España.
El mestizaje.
Según la RAE, mestizaje, «es la mezcla de culturas que da origen a una nueva».
Aunque desde el principio de la Conquista, la Corona fomentó las uniones legales interraciales, no se puede olvidar, ni poner en duda, que se cometieron actos terribles por parte de los conquistadores, pero la presencia de la Iglesia frenó todo lo que pudo aquellos actos para que se llevase a cabo el sueño de Isabel I de Castilla de no se consintiera que los indios, recibieran agravio alguno en sus personas ni bienes y que sus almas se ganasen para la fe católica, y de que se unieran en matrimonio indios y españoles.
Los dominicos españoles impulsaron al papa Pablo III a promulgar la bula Sublimis Deus en 1537 donde se aclaraba lo obvio: que los indios eran hombres con alma y raciocinio,
con derecho a libertad, propiedad y con derecho a abrazar la fe católica, que se les debía predicar pacíficamente.
Para entonces, cientos de miles de desdichados habían muerto en las encomiendas o por las enfermedades que llegaron con los españoles. Pero cientos de miles sobrevivieron y se mezclaron con los que, flota tras flota llegaban en la Carrera de Indias. Así, de la mezcla de españoles e indígenas mayormente, pero también con africanos y asiáticos, nació una sociedad nueva.
El mestizaje fue racial, pero también cultural, gastronómico, tecnológico, musical, artístico, de toda índole. Algo que, bajo ningún concepto se dio en los territorios conquistados por Inglaterra, Francia, Holanda, ni siquiera por Portugal y que todavía hoy es un rasgo característico y seña de identidad de la sociedad hispana.
La inquisición en las Indias.
… Inquisición… terrible nombre. Nos dan escalofríos de solo pensar en las atrocidades que cometió… ¿De verdad? ¿O es otra falacia más en la que nos han hecho creer? Como veremos, el Santo Oficio en América fue incluso más suave que en la península, donde, además, no fue tan cruento como nos han contado.
La enorme distancia que separaba Castilla de las Indias produjo un sentimiento de impunidad, que acarreó un preocupante relajamiento de la moral. La vida de muchos españoles allí resultaba escandalosa, dándose muchos casos de poligamia, idolatría o prácticas de tendencia herética. Para enmendar tanto extravío, las autoridades virreinales y eclesiásticas solicitaron a la Corona el establecimiento de la Inquisición. Por eso llegó la Inquisición a las Indias, no para «atormentar a los indígenas y obligarles a convertirse o ser torturados y morir en la hoguera». De hecho, no tenía jurisdicción sobre los indios que eran considerados principiantes en la fe, motivo que, de facto, descartaba la herejía.
De lo que sí es responsable el brazo secular, es de realizar Autos de Fe en los que se quemaron muchos códices prehispánicos, por considerarlos « libros de hechicerías ».
Se establecieron tres tribunales: México, Lima y Cartagena, de los que nadie estaba a salvo ni siquiera los altos cargos virreinales. Existen cientos de procesos contra ellos. Como el juicio seguido en 1569 contra del gobernador de Tucumán, Francisco de Aguirre.
La Inquisición en las Indias fue abolida por la Constitución de Cádiz de 1812
El Barroco
Pintura, escultura, arquitectura, escritura, mobiliario, música… De Filipinas a México. Desde las humildes misiones del sur de EEUU. hasta el descomunal esplendor de las catedrales andinas, si hay un estilo artístico que caracteriza a la Hispanidad, es el barroco.
Cientos de constructores, carpinteros, ingenieros, pintores… desafiaron a la muerte en la Carrera de Indias para plasmar su arte en América y transmitírselo a sus moradores.
La corona española se veía a sí misma como heredera del imperio romano y asumió la tarea bíblica de establecer un imperio universal y católico. Influida por los pensadores de la Escuela de Salamanca, dedicó hombres y recursos sin fin, para llenar los cielos con las almas de los americanos. En esa tarea, tuvo un papel crucial, como uno de los medios de llegar a Dios, la belleza transmitida por el arte barroco. La belleza como manifestación de Dios. La belleza impulsada por el régimen de cristiandad en que, a diferencia de otros reinos de la época, todos los súbditos del rey de las Españas, sin distinción de razas, eran hijos de Dios, con dignidad y derechos. Un pensamiento teológico, armonizador del orbe en el que las iglesias, siguen siendo la plasmación en la tierra de la Jerusalén Celeste. Espacios sagrados en que los ojos no se cansan de mirar y los sentidos se ven desbordados. Un micromundo donde la música proveniente de los órganos hace preguntarse al alma:
-Si lo que me rodea es el mundo terrenal, ¿cómo será el de la otra vida?
Templo de Santo Domingo, Puebla, México.
Las retorcidas columnas salomónicas, los vivos colores, las infinitas formas imposibles llenado cada milímetro cuadrado del templo, con altares sobredorados y los coros llenando el espacio de armónicas voces, hacen que los fieles no duden, ni por un momento que Dios existe, que un nuevo reino que no es de este mundo aguarda a los que sean buenos hijos de Dios y por ende fieles súbditos de la Corona… Y de nuevo el mestizaje, pues el arte y la maña de los pueblos indígenas pervive hasta nuestros días en las joyas del arte barroco virreinal que hoy podemos disfrutar en los países hispanos.
Sor Jerónima de la Fuente Yáñez
Como en toda la aventura americana, el silenciado papel de la mujer fue esencial en todos los campos de la vida. También en la evangelización.
Sor Jerónima fue una monja franciscana del convento de Santa Isabel de Toledo que, en 1620, ¡con 65 años! a la edad en que todos pensamos en jubilarnos, emprendió un viaje que parecía imposible. Zarpar de Sevilla hacia la Nueva España y de allí a Filipinas para fundar en Asia un nuevo convento. Si la Carrera de Indias y posteriormente el Galeón de Manila eran dos rutas terribles, atroces para cualquiera, por muy fuerte física y mentalmente que se fuera, el hacerlo a la edad de esta mujer era un “más difícil todavía” casi imposible, pero ella lo logró tras vencer mil obstáculos y allí sigue hoy su fundación, el convento de Santa Clara de la Concepción de Manila, primer convento femenino de Asia, donde se convirtió en primera abadesa.
Su vida es testimonio irrepetible de la tenacidad, el sacrificio, la astucia, la fortaleza y la tremenda determinación que se convierte en irrefrenable cuando se tiene la convicción de que Dios está a tu lado.
La expansión del catolicismo gracias a la monarquía hispana.
Según los datos de la propia Iglesia Católica mediante la agencia FIDES a 31 de diciembre de 2021, un 17,4% de la población mundial, o lo que es lo mismo: 1.376 millones de personas, eran católicas.
El 50,6% de los católicos del mundo (515,5 millones) están en América. A ellos hay que sumar 83,6 millones que están en Filipinas, es decir un 8,2% más.
Con ello tenemos que, el 58,8% de los católicos del mundo, 809 millones de personas deben en parte su fe, a la idea de la reina Isabel I de Castilla, que quiso llenar el Cielo de las almas de las personas que vivían al otro lado del mundo.
Si no hubiera sido por la conquista espiritual de las Indias, el catolicismo sería una religión muchísimo menos importante de lo hoy que es.