El gigante Jorge Juan
Jorge Juan Santacilia, nacido en 1713, fue uno de esos gigantes que dejan pequeño a cualquier héroe de película. Este humanista, marino, ingeniero naval, científico, espía y embajador, peleó en diferentes campañas contra todos los enemigos de la corona. Participó en la medición del meridiano terrestre junto a una expedición enviada al virreinato del Perú por la Real Academia de las ciencias de París.
Tiempo después, permaneció casi veinte años en las Indias estudiando la organización de los virreinatos.
A su regreso, el marqués de la Ensenada le envió en misión secreta a Londres para que estudiase a fondo a la Royal Navy y sus métodos de construcción naval, misión que gracias a sus enormes conocimientos técnicos y científicos. Comenzó a enviar cartas cifradas al marqués de la Ensenada dándole detallada cuenta de sus evoluciones, copió los planos, las técnicas, los materiales e incluso convenció a varios ingenieros navales ingleses y obreros para que se desplazasen a España a construir para la corona española. Al final fue descubierto y se vio obligado a escapar. Tras su llegada, comenzó una nueva época de esplendor naval y el renacer de la Armada Española.
Pero no era suficiente para él. En 1757 Carlos III le encargó construir el Real Observatorio de Madrid, uno de los más grandes y perfectos de la época, que sería destruido por los franceses de Napoleón ¿envidia… quizá?
El original de su retrato es una obra de 1828 de Rafael Tegeo y se conserva en el museo Naval de Madrid
¿Por qué los taxis se llaman así?
Como se suele decir, la información es poder. Poseerla antes que nadie también. Por ello, todos los reyes y gobernantes de la historia han tratado de tenerla lo antes posible.
La poderosa familia Tassis o Taxis, pionera de los servicios postales en Lombardía y Centroeuropa, llegó a Castilla de la mano de Juana I de Castilla y Felipe el Hermoso. Con la subida al trono de su hijo Carlos I la información va a ser más valiosa que el oro y el emperador, amplía el monopolio concedido por sus padres a los Taxis para enviar y recibir correos desde todos sus reinos y estados con las Indias incluidas.
El legado de la familia lombarda sigue hoy vivo en medio planeta, pues seguimos designando con su apellido a los coches con conductor que cogemos a diario. Además, los jinetes a caballo de los Taxis fueron los primeros en usar el cuerno postal para avisar de su llegada a las casas de posta y que les preparasen los caballos a la mayor brevedad.
Para darles más visibilidad, usaban el color amarillo en sus vestimentas. Ambos elementos siguen siendo símbolos identificativos de buena parte de los correos del mundo.
Jean Fleury. El mayor golpe de fortuna de la historia.
En 1522 un corsario florentino al servicio del rey francés Francisco I, llamado Juan Florín por los castellanos, patrullaba cerca de las Azores, acechando el regreso de las naves españolas que venían de las Indias cuando tuvo el mayor golpe de suerte de su vida. Su flotilla de seis naves, se topó con las tres que traían parte del legendario tesoro que Hernán Cortés había enviado a Carlos I. Apresó dos de los tres barcos, encontrando en sus bodegas el fabuloso botín del último emperador de los mexicas… sin embargo, el verdadero tesoro no fueron las perlas, el oro, los ropajes, la plata… más allá del exuberante brillo de las joyas, lo más valioso que encontraron no estaba en las bodegas, si no en la cámara de navegación: los mapas españoles que marcaban las derrotas y rumbos para llegar a las ansiadas Indias.
La ilustración forma parte de un cuadro que se encuentra en el museo Naval de Madrid, una vista del combate naval de Pernambuco o de los Abrojos (1631) pintada por Juan de la Corte.
El mítico Padrón Real
Tras la formación de la Casa de la Contratación en 1503, se formó la mayor escuela de náutica y navegación de toda Europa. Era algo así como la NASA del siglo XVI. Poco a poco fueron elaborando el mapa secreto que contenía la información necesaria para ir y volver de las Indias. Los altos cargos de la Casa fueron ocupados por relevantes marinos, que fueron trazando ese mítico mapa secreto: el Padrón Real. En él, se iba cartografiando y registrando todo lo que se iba descubriendo. Se decía que colgaba en una estancia custodiado en todo momento por oficiales de la Casa. Todos los matemáticos, cosmólogos, astrólogos, cartógrafos, exploradores, maestres y pilotos que pasaban a Indias, verdaderos científicos de la época, trajeron de las nuevas tierras uno de los pilares que sustentaban el imperio hispánico: Sus mapas.
Desgraciadamente no se conserva ningún original del Padrón Real.
La ilustración es lo que se cree una copia que el cosmógrafo portugués, Diego Ribero al servicio de la Casa de la Contratación, elaboró en 1529. Si se amplía el mapa se puede leer:
“Carta universal en que se contiene todo lo que del mundo se ha descubierto fasta agora hizola Diego Ribero cosmographo de su magestad, ano de 1529, en Sevilla”
La vital importancia de los mapas españoles
¿Pero por qué era tan importante mantener en secreto los mapas? La respuesta es sencilla. Conviene recordar que, tras hacerse con mapas españoles, los ingleses se establecieron en Jamestown en 1607, los franceses en Quebec en 1608 y los holandeses en Fort Nassau en 1615, 123 años después de que los castellanos llegasen a América. Es como si tras la llegada de E.E.U.U. a la luna en 1969, los chinos, rusos, indios o europeos, principales potencias tecnológicas de la actualidad, llegasen ¡en 2092 a la luna! Esas potencias, se establecieron en el norte, no porque les gustase más, si no porque la hegemonía hispánica no les dejaba hacerlo en otro sitio. Solo Portugal la otra superpotencia naval, fue capaz de establecerse en las costas del Brasil en el año 1500. El resto de las potencias europeas no tenían los medios necesarios para tal empresa. Lo único de lo que fueron capaces, es de lanzar veloces ataques piratas contra los asentamientos hispanos.
La ilustración corresponde al planisferio del cartógrafo flamenco Gerardus Mercator, elaborado en 1587.
El Padrón Real, un mapa vivo
Es necesario reseñar el Padrón Real era un “mapa vivo”. Expedición tras expedición, viaje tras viaje, iba creciendo y enriqueciéndose con detalles, relieves, costas, islas, vientos, corrientes, nuevas ciudades formadas, lugares donde fondear en caso de tormenta y de más conocimientos que los castellanos iban adquiriendo de las nuevas tierras.
La Casa de la Contratación nunca entregaba a los pilotos una copia competa del Padrón Real, sino un fragmento del área donde ellos iban a llevar sus naves.
El maravilloso mapa del famoso marino y cosmógrafo castellano Juan de la Cosa, se custodia en Museo Naval de Madrid y fue realizado en 1500 en el Puerto de Santa María.
El libro prohibido de Juan Escalante de Mendoza.
El más perfecto compendio de navegación a las Indias jamás escrito.
Es este libro un secreto mantenido más de cuatro siglos.
El aventurero, cartógrafo y marino Juan Escalante de Mendoza, escribió un libro de navegación a las Indias basado en sus propias experiencias. Fue un hombre que nació para lo que vivió: navegar. Tenía unas dotes, talento y capacidades descomunales para todo lo relacionado con la navegación. Tal es así que de niño marchó de su Asturias natal hacia Sevilla y a los 18 años navegaba ya en sus propios barcos. En al menos ocho ocasiones realizó la temeraria Carrera de Indias, la última de ellas en 1595 como capitán
general de la Armada y Flota de la Nueva España, siendo un apabullante ejemplo de meritocracia, de cómo un chavalín que embarcó de paje o grumete, con el paso de los años, por méritos propios y pericia, llegó a convertirse en el capitán general de una de aquellas armadas. Por desgracia fue su último viaje, ya que al año siguiente moriría en Nombre de Dios, en la actual Panamá.
Su gran legado fue su libro concluido en 1575 “Ytinerario de navegación de los mares y tierras occidentales”. Fue un compendio de navegación a Indias tan completo y perfecto, que la Casa de la Contratación, prohibió su impresión y divulgación por el peligro que suponía que tan detallada obra cayese en manos de corsarios u otros enemigos de la Corona. El libro, muy ameno, está escrito en forma de diálogo entre un joven y el piloto de la nave en la que va a las Indias. Conteniendo con todo lujo de detalles los conocimientos náuticos, cartográficos, astronómicos, meteorológicos, militares cosmográficos, humanísticos, etc necesarios para la realización de la Carrera de Indias. El original de la obra se encuentra en el la biblioteca del museo Naval y hubo que esperar a 1985 para que esta misma institución publicase la transcripción del manuscrito original.